Zona Hadal

Es ese sitio de la mente donde va a parar todo lo que no queremos tener en medio del cuarto. Es el fondo de la brecha en mitad de la cabeza. Es muy honda y el fondo está a oscuras. Es una zona silenciosa, lo que parece significar que está vacía o estática.

De todas las cosas que allí hay, muy pocas vuelven. Las que vuelven, nunca lo hacen con su forma original. El paso por la oscuridad corrompe las ideas, reescribe la memoria y transmuta los sentimientos. Además, las cosas que arrojamos allí abajo, o que "sin querer" se caen no son inocuas, y se mezclan entre ellas. Cuanto más material hay, más engrudo se genera, y más compacto se vuelve.

Existen los submarinos, pero puede que vayan poco equipados. Estos se adentran con sus potentes focos y, decididos, tratan de liberar espacio. No se dan cuenta de lo que están haciendo, no saben qué hay en ese lugar inhóspito, desconocido y esquivo. Terminan atrapados, se convierten en más materia negra. Sus gritos no se pueden escuchar, se pierden en la negrura del abismo. Sus linternas terminan por apagarse, pasan a formar parte del problema.

Hay quien intenta solucionar el problema arrojando ácidos y sales. Son solo parches, como poner tiritas a un ictus cerebral. La masa retrocede durante una temporada, y eso es bueno. Te gusta, eso hace que te sientas bien, así que sigues echando para sentirte mejor aún. Con el tiempo la masa lo empieza a absorber y comienza a alimentarse de ello. Debes tener cuidado. 

La mejor idea es no tirar nada allí. Si te estorba algo devuélveselo a quien te lo dio. Es su problema. La oscuridad de la mente produce monstruos. Quien deja que los monstruos vivan en él, no podrá evitar ser uno más de ellos. Debes liberarlos. Dejarles campar a sus anchas un tiempo. Harán ruido e intentarán hacerse con el control, pero terminarán por cansarse.

Eduardo C. Cañas Toboso